La verdad es que en aquellos momentos pudimos observar como muchos españoles se arriesgaron en la primera línea de frente contra ese asesino denominado técnicamente el COVID-19
Durante la pandemia, en aquellos duros momentos en los que se producían miles de muertos, y el sistema de salud se encontraba colapsado, escuchamos a muchos líderes políticos, de todos los colores o ideologías, afirmar que podíamos estar tranquilos, que teníamos uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo.
La verdad es que en aquellos momentos pudimos observar como muchos españoles se arriesgaron en la primera línea de frente contra ese asesino denominado técnicamente el COVID-19. Sufrimos el zarpazo del “virus”, que se aprovechó de nuestra falta de preparación y, en muchos casos, de la inoperancia de las medidas adoptadas ante la falta de unos criterios adecuados por parte de nuestros responsables.
No había planes, no estábamos preparados, los responsables no tomaban las medidas correctas, no disponíamos del material adecuado, importábamos material de protección que se podía haber fabricado en nuestro país, aunque después se ha visto por qué motivo esto era así, nuestros ancianos se morían porque nadie había pensado en su especial vulnerabilidad, Fernando Simón nos informaba de lo que iba a ocurrir con un nivel de acierto “increíble”, no daba una, etc.
En ese escenario, que parecía el de una tormenta insalvable, el de un naufragio seguro, ocurrió el “milagro”, nuestro personal sanitario, desde el primero hasta el último, desde el ejercicio de cualquiera de las profesiones que conforman nuestro Sistema Sanitario de Salud Pública, aquellos que yo un día denominé “Soldados de Bata Blanca”, se sacrificaron por todos nosotros, se enfrentaron cara a cara con el bicho y fueron capaces de sacarnos de aquella situación.
Sistema sanitario colapsado
Desde aquel día, yo que no soy una persona que tenga especial aprecio a la profesión política, tuve claro que nuestro personal sanitario era no de los mejores, sino el mejor del mundo, no en vano tenemos que observar todos los años como muchos de ellos huyen para ser recibidos con los brazos abiertos en otros países, reciben calidad sin haber invertido un solo euro en su preparación.
No en vano tenemos que observar todos los años como muchos de ellos huyen para ser recibidos con los brazos abiertos en otros países, reciben calidad sin haber invertido un solo euro en su preparación
¿Pero basta con tener el mejor personal sanitario para que un sistema funcione? Pues no, lamentablemente no basta. Para que este sistema funcione es necesario que exista un sistema de gestión adecuado que atienda prioritariamente, en mi humilde opinión, a dos aspectos fundamentales, que se disponga del personal y material adecuado y que esté dotado con el presupuesto necesario para mantener todo ello. Lo uno sin lo otro no funciona y lo otro sin lo uno tampoco.
Pues ahora les voy a contar un caso a modo de ejemplo, un caso real, ocurrido hace unos días en Castilla-La Mancha. Seguro que lo que van a leer les sonará a muchos, pero creo que es bueno que se sepa, que se escriba, que no quede en el olvido, porque esto ocurre todos los días, en todos los hospitales, y hoy lo observamos de lejos pero mañana podemos ser los tristes protagonistas. Lo que no puede ni debe ocurrir es que nos acostumbremos y que no hagamos nada.
La paciente presentaba en el mes de octubre de 2019 fuertes dolores en la zona lumbar que le imposibilitaban desarrollar una vida normal. El especialista de neurocirugía de un hospital de Toledo decide incluirla en lista de espera para operación quirúrgica.
Situación en 2020 y 2021
En el año 2020 el teléfono no suena y decide llamar nuestra paciente y preguntar. La respuesta: “Debe usted esperar porque la pandemia lo ha colapsado todo”. En el año 2021, ante un agravamiento importante de la situación, y ante una nueva consulta, la respuesta es más completa: “Estamos colapsados a raíz del COVID. Debe usted ir a su médico de familia y que le receten calmantes”.
En el año 2020 el teléfono no suena y decide llamar nuestra paciente y preguntar. La respuesta: “Debe usted esperar porque la pandemia lo ha colapsado todo”
Nuestra paciente, con dolores cada vez más fuertes y con limitaciones muy serias a la hora de realizar una vida normal (imposibilidad de caminar distancias cortas, toma de calmantes de manera continua, etc) decide, pese a sus condiciones, acercarse a preguntar al hospital.
Estamos en noviembre de 2022 y ya han transcurrido tres años después de que la incluyeran en lista de espera para su operación. Hace el viaje acompañada de su hija, desanimada y dolorida, pero convencida de que su presencia hará que algo cambie la situación.
Se produce la siguiente conversación:
- P – ¿Llevo esperando para una operación desde hace tres años y no he recibido contestación alguna?
- Trabajadora – Es que tenemos retraso por el COVID y no tenemos quirófanos. Ahora están llamando a los de la lista del 2018.
- P – ¿Puede usted darme cita con el especialista?
- Trabajadora – Aquí la tiene, para marzo de 2023
Esto, que está resumido, y que puede parecer una broma macabra pero no lo es, le ocurrió a nuestra paciente hace unos días y ocurre todos los días a miles de españoles. Esta es la atención que uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo ofrece a sus pacientes. Esta es la impotencia con la que un ciudadano, fiel pagador de sus impuestos, donde está incluida la Seguridad Social, afronta una situación de enfermedad grave. ¿Es esto de recibo señores?.
Establecer prioridades
Según pudieron explicarle a nuestra enferma, que agachaba la cabeza y escuchaba con resignación y dolor de espalda, intentando comprender por qué motivo se encontraba en esta situación tan penosa, no disponen de quirófanos suficientes, no disponen de médicos suficientes y deben establecer prioridades. Estamos ante una especie de “triaje de guerra” pero sin guerra, ante las medidas de una situación de catástrofe, pero sin catástrofe. Bueno, perdón, si existe una catástrofe y es la gestión de la sanidad pública por parte de los responsables de esta.
Estos asuntos, y no otras cuestiones, son los que preocupan al pueblo, pero son también los que deberían preocuparles a ustedes, a los que dirigen nuestro rumbo, a los que nos dan discursos tan bonitos y tranquilizadores. ¿Por qué cobran ustedes?. Si uno, cuando llega a una edad en la que debería recibir un trato digno como pago a todos los sacrificios realizados durante toda su vida, resulta que es tratado indignamente y, además, se le pide resignación, ¿qué sistema es este?
Estamos ante una especie de “triaje de guerra” pero sin guerra, ante las medidas de una situación de catástrofe, pero sin catástrofe
Existen mil maneras de aliviar un “atasco” y ninguna es que los pacientes esperen a ser operados, eso no es una solución es una tomadura de pelo. ¿Cómo puede alguien necesitar una intervención en 2019 y en 2022 seguir esperando?, ¿Cómo se pueden dar citas para un especialista para dentro de seis meses o un año?
El problema es que ustedes, nuestros directores de orquesta, no sufren este sistema, y por eso les importa muy poco. Podemos fijarnos sino en las fotografías de muchos defensores a ultranza de la Sanidad Pública y que después son pillados en los hospitales privados de nuestras ciudades. Lo que me extraña sobremanera es que nosotros, los sufridores, tampoco estemos preocupados, a la vista de nuestra capacidad de soportar esto sin tomar medida alguna.
Y pueden creerme que yo puedo observar, como todos los españoles, que nuestro personal sanitario trabaja para intentar resolverlo, pero el resultado es malo. Cada vez que pienso en ello me viene a la cabeza aquella frase: “Entre todos la mataron y ella sola se murió”. Sabia reflexión.
El resultado final es una hija con sensación de impotencia absoluta, una paciente apoyada en un bastón intentando comprender qué está pasando y mirando desconcertada a su hija, intentando buscar una respuesta que ella no tiene y, ante la ausencia de explicaciones, no le queda más que bajar la cabeza, seguir sufriendo sus dolores y esperar a que este “gran sistema” se acuerde un año de ella.
Mi humilde contribución ha sido prestarles mi pluma para que, al menos, sus ojos se iluminen y sienta que alguien, además de su familia, intenta ayudarla, aunque el resultado creo que no será el que espera.
CEO en High Strategies Intelligence Consulting
*Artículo aparecido en Voz Populi