¿TODOS HAN GANADO O TODOS HEMOS PERDIDO?

Durante el último mes he podido ser observador, al igual que todos ustedes, de la celebración de las elecciones autonómicas en la Comunidad Autónoma de Cataluña. Más allá del resultado, que sólo puede sorprender a aquellos que han convertido su profesión en la generación de realidades paralelas que en nada coinciden con la realidad, me han resultado sorprendentes algunas cuestiones que considero fundamentales, siempre desde el prisma de la inteligencia y de la necesidad de planificar una estrategia para alcanzar un objetivo, o de la ausencia de inteligencia y estrategia y alcanzar el desastre.

Ante tanta incapacidad y tanto error, la verdad es que uno se queda perplejo e intenta reflexionar sobre cuáles son los motivos por los que los pueblos asisten como espectadores impasibles al teatro de su propia decadencia y a la peligrosa descomposición de un orden social, político y económico, que nos ha mantenido en paz desde el final de la II Guerra Mundial.

Reflexión lo acontecido en las elecciones de Cataluña

Pero llevemos a cabo nuestro viaje procurando no saltarnos ninguna estación, procurando no perder argumentos para intentar reflexionar al respecto y llegar, desde la humilde opinión de un aprendiz de casi todo, a una conclusión, acertada o no, pero fruto de la reflexión y el análisis. Sólo con hacer este ejercicio ya nos situaremos un poco por delante de la sociedad aletargada en la que vivimos, o mejor dicho en la que hibernamos, como en aquellas películas de ciencia ficción en la que los personajes un día se despiertan y están en otro mundo muy diferente al que tenían cuando un día cerraron los ojos.  Pero despierten señores que esto no va a ocurrir y si ocurre se despertarán en una sociedad peor de la que dejaron cuando se durmieron.

La previa a las elecciones

Durante la previa a las elecciones todos pudimos observar como las elecciones debían celebrarse sí o sí, aunque sanitariamente no parecía lo más aconsejable cuando estábamos en el pico de una nueva ola de este temporal pandémico, aunque tuviésemos que equipar a los miembros de las mesas como si de astronautas se tratase, aunque tuviésemos que habilitar pabellones de deportes y espacios amplios para votar, que esperemos que se adecuen con la misma agilidad para vacunar, aunque se iniciase una rebelión de los designados para las mesas que apuntaban que no se presentarían. A la vista de tanto problema, y de la insistencia en celebrarlas, todo parecían indicar que tanta insistencia solamente podía estar provocada porque el “estratega” había identificado que “había llegado el momento” del asalto al poder independentista.

¿Cuáles son las cuestiones importantes de esta historia?

Pero me centraré en lo importante y dejaré a un lado la cuestión mitinera y propagandística con la que nos aturden a diario. Este aturdimiento, como ya hemos referido en otras ocasiones, solamente es valido para que no reflexionemos y no intentemos entender cuál es el objetivo real de algunas decisiones. Por tanto, “apartemos el árbol para que nos deje ver el bosque”. ¿Cuáles son las cuestiones importantes de esta historia?. Por orden: El objetivo, la estrategia a seguir, el resultado y el futuro. Y trataré de ser breve para no aburrirles.

El Objetivo

El objetivo era, sin duda, ganar las elecciones para llegar a gobernar y así poder controlar la “deriva independentista”. Objetivo sustentado, me imagino, en la idea de que la actual situación, la pésima gestión de la crisis del COVID-19 y los malos datos constantes de Cataluña, habrían socavado la credibilidad independentista y este momento de debilidad debería aprovecharse.

Pero si lo que se pretendía era ganar y gobernar, y para esto se debería “despertar” al bando no independentista, harto de la situación de acoso permanente por parte de los independentistas y del abandono por parte del Gobierno Central, cansado de que no se haga nada y los independentistas campen a sus anchas y profundamente desmoralizado, ¿cómo se elige a un candidato que está lastrado por la gestión de la pandemia?. Pues porque la desconexión total de la realidad de los políticos y sus asesores, hace que dibujen un escenario totalmente alejado de la realidad. Seguro que han informado de que la gestión de la pandemia ha sido perfecta y que el candidato contaba con un masivo apoyo popular. ¿Y se preguntarán si no disponían de inteligencia al respecto?. Seguro que sí, pero se pueden imaginar lo que ocurre cuando al político de turno se le pone delante de sus narices una realidad que no quiere ver.

La estrategia

La estrategia a seguir en la campaña era presentar a un candidato de un PSC-PSOE renovado, con una orientación no nacionalista, para así intentar la movilización del voto del bando mal llamado “constitucionalista”, porque ya es grave reconocer que un bando respeta la constitución y el otro está dispuesto a “reventarla”.

¿Nadie pensó, si no existe un acuerdo secreto con alguno de los partidos independentistas, que una estrategia de ataque al independentismo tendría como respuesta inmediata un cierre de filas para defender sus intereses?, cuestión que ya se está escenificando.

¿Si la estrategia era “aquí ha llegado nuestro salvador para cambiar la situación”, y estaban convencidos de la debilidad del contrario, y de las profundas diferencias entre los grandes partidos de ese bloque, porque no se aprovecharon las diferencias entre ERC y JxCAT, y se intentó que esa brecha se abriese aún más?. Esto no se hizo y lo que si se consiguió fue unirles, porque no tengo que recordarles que en plena campaña los partidos contrarios firmaron un acuerdo de “todos contra Illa”.

Otro dato que no ayuda es que se conceda el tercer grado penitenciario, por parte de los servicios penitenciarios de la Generalitat, a los presos independentistas para que hagan campaña y ahora, justo cuando ya han ganado, parece que el Tribunal Supremo recurrirá esta decisión para que vuelvan a prisión. Esto parece la “estrategia del disparate” y ver una campaña donde los mítines los llevan a cabo presos que intentaron atentar contra el orden constitucional no es un elemento que aporte credibilidad a la población constitucionalista y, por tanto, difícilmente la movilizará, provocando seguramente una sensación más de desesperanza.

Además de todo ello, para mandar un salvador a Cataluña recogemos al sustituido y le convertimos en ministro, cuestión que supongo que a muchas personas le hará creer que esto es una “merienda de negros” en la que se reparten sillones y cargos a conveniencia de los que mandan o de la situación que se suscite. Cualquier de las argumentaciones difícilmente despierta a nadie de su “pesadilla” y le hace adentrarse aún más en ella.

Otra cuestión que deberían haber tenido en cuenta los estrategas es que, si se producía una elevada abstención, tal y como apuntaban todos los indicadores, ésta afectaría más a los votantes no independentistas que sumarían a su descontento y desilusión, su sensación de que esto es una batalla perdida y, ahora, la prudencia ante la pandemia. Lo que más preocupa a los votantes de un lado es ir a trabajar al día siguiente a sus negocios, empresas o haya donde tengan sus puestos de trabajo. La otra parte de los votantes también trabaja, por supuesto, pero tienen una parte de votantes ideológicos y un parte clientelares, cuyos trabajos dependen un poco o un mucho de que se mantengan los suyos en el poder. Es por tanto un error descomunal no contar con que una campaña anti independentista sería un revulsivo para que todos ellos fuesen a votar ya que tienen mucho que perder.

Argumentando el anterior “tienen mucho que perder” les diré algo obvio, que todos ustedes conocen, pero que me permito escribir y es que gobernar, entre otras ventajas, te otorga el poder de manejar los fondos públicos y muchos de estos movimientos independentistas viven exclusivamente de esos recursos. Muchos de los que arrancan adoquines en las algaradas callejeras están haciendo el mayor esfuerzo de su vida, en lo que a esfuerzo físico se refiere, porque el intelectual y productivo prefiero ni mentarlo.

El resultado

El resultado todos ustedes lo conocen, fracaso estrepitoso al no alcanzar el gobierno, aunque algunos medios se hayan esmerado en intentar venderlo como un éxito inimaginable. La realidad es que esto no es así porque en democracia se lleva el gato al agua el que gobierna. Y si no que le pregunten a Ciudadadanos para qué sirvió su victoria con 36 escaños, 3 mas que el PSC-PSOE.

Pero profundicemos en la valoración del resultado esperado y el resultado obtenido, trabajo que nos aportará claves importantes para poder definir si el objetivo y la estrategia para alcanzarlo estaban bien planteados. Si me preguntan mi opinión ya les contesto que no, que esto es un nuevo fiasco sumado a todos los anteriores.

Primero, es un hecho que el éxito del PSC-PSOE ha producido un repunte de este partido y un hundimiento del resto de los que componen el arco no independentista, no sin méritos propios de algunos de ellos. Esto lo que traslada es una situación de debilidad del bando constitucionalista, ósea, justo lo contrario a lo que se perseguía.

Segundo, está fragmentación ha provocado el crecimiento de los partidos extremistas, la CUP y VOX, aunque los medios de comunicación y los independentistas solo están preocupados por los fascistas de VOX y no por los extremistas violentos de la CUP. Se acuestan con unos que lanzan adoquines y atacan a otros para cuando las lancen, ejemplo de libertad democrática. Yo ya he afirmado en varias ocasiones que no me gustan los extremismos, ninguno, pero el discurso debe ser el correcto y el respeto institucional el que se merecen, ya que son fruto del voto del pueblo.

Tercero, es indudable el avance del independentismo que cada vez suma un tanto por ciento mayor de la población. Les insto a que repasen cuál era el porcentaje de voto independentista en las primeras elecciones, cuál el de hace 20 años y cuál el de ahora y así deberíamos tener claro quiénes lo están haciendo bien y quiénes no.

El futuro

El futuro es muy incierto y se me antoja peligroso. El objetivo no era que las elecciones arrojasen un PSC-PSOE más fuerte, sino que se lograse una España más unida y potente. Lamentablemente, después de estos comicios la imagen que transmitimos es nuevamente la de la división, fragilidad y desgobierno. En breve veremos a los “indepes”, así denominan los cursis a los que defienden las teorías independentistas, exigir cuestiones que nos pondrán contra las cuerdas una y otra vez y, pasito a pasito, avanzan hacia su objetivo, desgarrar España en busca de sus propios intereses.

Por último, quisiera resaltar aquello que me parece más relevante y es que durante toda la campaña, en todos sus debates, en todas las intervenciones de los políticos de uno y otro partido, el monotema ha sido independentismo si, independentismo no. Ni una palabra de economía, de la gestión de la crisis, del paro, de la situación social, de la campaña de vacunación, del futuro, de la sanidad, de los recortes de derechos. Es decir, aquellos que van a ser elegidos para representar al pueblo no hablan de las cosas que preocupan al pueblo.

Mientras no seamos capaces de exigir a los que nos representan que se dediquen a las cuestiones que nos preocupan, este es el mandato democrático que se ejerce con el voto, viviremos en una pantomima en la que unos hablan de lo que quieren, otros les votan para que hagan lo que ellos quieren y los elegidos entienden que deben hacer aquello que les conviene, pero no al pueblo, a ellos. Por eso el título del artículo, aunque la respuesta me parece que siempre es la misma, cuando ellos ganan nosotros siempre perdemos.

Jorge Gómez

CEO en High Strategies Intelligence Consulting