Si procedemos a una simplificación del término seguridad podríamos afirmar que estar seguro es sentirse libre de miedos y tener cubiertas las necesidades. Está por tanto la seguridad, inicialmente, relacionada con el “miedo” y con el riesgo de perder las condiciones de nuestro sistema actual de vida, los privilegios que tenemos frente a otros habitantes del planeta.
Bajo este prisma se desarrollan múltiples tipos de seguridad como son la seguridad ciudadana, la humana, la laboral, la jurídica, la física, etc. Vemos entonces que el término seguridad abarca tantos aspectos que convierten su definición en algo complejo y tremendamente controvertido. En función de las personas, de sus ideas, de su cultura, de su nivel económico y social, de su percepción de la realidad, el término y la concepción de este adquiere un valor distinto. No es lo mismo la seguridad para un habitante de Colombia, que para uno de Ruanda o uno de España.
Así las cosas, utilicemos una definición simple de seguridad y consideremos que es “la necesidad que tienen las personas de sentirse protegidas contra todo aquello que pueda perturbar o atentar contra su integridad física, moral, social y hasta económica. Y de aquí extraeremos que “sentirse protegidas” implica que esta responsabilidad corresponde a alguien que no es la misma persona misma, a un ente que por alguna razón debe hacerse cargo de nuestra seguridad.
Este ente, que es el objeto referente de la seguridad histórico es el Estado, puesto que es el que asume la responsabilidad de proteger a sus ciudadanos y obtiene a cambio la obediencia y lealtad de estos. Por tanto, la seguridad de los ciudadanos está garantizada cuando la seguridad el Estado también lo está, y las medidas de seguridad pueden ser ejecutadas por el Estado cuando los ciudadanos mantienen su obediencia y cuando estas circunstancias no se dan la seguridad no existe.
En esta transición llegamos al término tan conocido, y tan analizado, de Seguridad Nacional, que Kennan definió como “la capacidad continuada de un país para proseguir el desarrollo de su vida interna sin interferencia seria, o amenaza de interferencia de potencias extranjeras”. Esta definición gira en torno al concepto de que la política mundial es una lucha por el poder entre los Estados, en el que compiten por sus propios intereses y en el que la herramienta principal para garantizarlo son las Fuerzas Armadas, el poder militar.
Naciones Unidas dio un paso más allá del concepto de Seguridad Nacional e incluye aspectos no militares. El artículo 55 de la Carta de Naciones Unidas señala que “con el propósito de crear las condiciones de estabilidad y bienestar necesarias para las relaciones pacíficas y amistosas entre las naciones, basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, la Organización promoverá: a) niveles de vida más elevados, trabajo permanente para todos, y condiciones de progreso y desarrollo económico y social y el respeto universal a los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos”.
Sin embargo, tras la caída del Muro de Berlín, la desintegración de la Unión soviética, el fin de la Guerra Fría, el proceso de globalización y la revolución de las nuevas tecnologías de la comunicación, emergen nuevos tipos de amenazas y nos vemos afectados por nuevos riesgos como la expansión de la actividad del Crimen Organizado, los flujos migratorios, el terrorismo yihadista, la desinformación, las nuevas tecnologías de la comunicación que permiten, por ejemplo, la desinformación masiva, la introducción del relato de grupos comerciales que tienen tanto poder como los Estados y la pandemia que actualmente estamos viviendo. Estos riesgos son tan o más importantes que los tradicionales de orden militar.
Si introducimos estos riesgos y los analizamos nos damos cuenta de que muchos de ellos son transnacionales y, por tanto, la defensa de nuestras fronteras, la defensa de nuestro territorio nacional ya no es el factor más importante obtener seguridad. Los que afronta la seguridad no pueden estar anclados entre “internos o externos” o “civiles o militares”. Son conceptos antiguos que no corresponden a los retos actuales, a las necesidades que demanda la sociedad, a las necesidades de la ciudadanía.
Esta nueva situación ha llevado a la aparición de dos corrientes que intentan profundizar en la definición del concepto de seguridad. La primera alumbra la denominación de Seguridad Cooperativa que establece que “ningún Estado o grupos de Estados, aisladamente, puede afrontar los problemas actuales” siendo necesario por tanto no solamente fomentar la confianza entre Estados sino con otros actores no estatales, no considerando lo militar como la herramienta principal de garantía.
La segunda corriente considera que se ha dado demasiada importancia a los Estados y que es preciso regresar al pensamiento que establece que el individuo debe ocupar el centro de atención de la seguridad. Para los seguidores de este enfoque el respeto a la dignidad individual de la persona debe prevalecer sobre el derecho internacional y el Estado es entendido por algunos como un generador inseguridad.
Así las cosas, en 1994, surge el principio de Seguridad Humana, promovido por Naciones Unidas, el concepto de Seguridad Común, planteado por Olof Palme, el concepto de Seguridad Integral y otros muchos conceptos. Pero cada vez que establecemos un nuevo concepto alteramos de inmediato el modo en el que alcanzaremos los niveles de seguridad que deseamos.
Para los que defienden un modelo de seguridad ampliada el debate se centra entre los partidarios del “Poder Blando” y del “Poder Duro”, y perdónenme si no escuchan de mi boca soft o hard power pero es que procuro no utilizar anglicismos ya que la lengua española dispone de suficientes recursos para expresar cualquier concepto. Los partidarios del Poder Duro como herramienta defienden que las medidas coercitivas de todo tipo y unas Fuerzas Armadas potentes son la garantía de alcanzar la seguridad. Los partidarios del Poder Blando defienden la utilización de la persuasión para alcanzar los objetivos de seguridad adecuados. Entre los defensores del Poder Blando está la UE, lo que no se si representa una defensa de un concepto o la representación de la situación de la UE en el contexto internacional.
En los últimos años se han desarrollado planteamientos donde se hacen patentes las tres D de la seguridad: Defensa, Diplomacia y Desarrollo. Pero el concepto que más repercusión ha tenido es el defendido por el Centro para el Progreso de los Estados Unidos, que considera que la Estrategia de Seguridad de los EEUU es insostenible debido a los formidables gastos de Defensa y porque la utilización predominante del poder militar no es el mejor medio para tratar con el mundo actual.
Por consiguiente, debe darse a la seguridad un nuevo enfoque en el que se tengan en cuenta todos los instrumentos de los que los EEUU como nación dispone. Este enfoque denominado también Seguridad Sostenible combina tres elementos: Seguridad Nacional, Seguridad Humana y Seguridad Colectiva.
Llegados a este punto permítanme hacer una reflexión y es que cuando el mundo vive épocas de bonanza buscamos nuevos horizontes de seguridad tratando de incluir múltiples aspectos a defender, pero cuando las situaciones se tornan más complejas y vemos peligrar nuestras condiciones de vida, se vuelve irremediablemente a los postulados tradicionales donde las Fuerzas Armadas toman un papel relevante en la garantía de la Seguridad.
Prueba de ello es que la pugna de China, formando bloque con Rusia e Irán, por alcanzar el poder mundial ha provocado de inmediato un aumento de los presupuestos de Defensa en todos los países importantes del mundo. Paree por tanto que existiesen modelos de seguridad para épocas de bonanza y modelos de seguridad para épocas más complejas, donde el horizonte del uso de la fuerza se antoja el recurso a utilizar.
Prueba de lo que estamos citando es un documento desclasificado que muestra el acuerdo de los Departamentos de Estado de los EE. UU. y Reino Unido en el que dan pasos en firme hacia una alineación estratégica que tendrá su punto álgido en el desarrollo de la Estrategia de Defensa Nacional de EE. UU, centrada en los desafíos en Europa y el Indo-Pacífico.
Creo que, en la actualidad, ante el avance de China, la amenaza rusa y el avance de Irán, necesitamos más que nunca formar un bloque unido y que la seguridad sea cosa de todos. El primer episodio, en el que se verá, cuánto de solida es nuestra seguridad es el asunto de la Guerra del Donbas entre Ucrania y Rusia. Si no mostramos fortaleza tendremos problemas a corto y largo plazo con Rusia, que intentará recuperar el territorio perdido ante la OTAN.
CEO en High Strategies Intelligence Consulting